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solteras de estos tiempos, que no pensáis sino en diversiones y novios y chichiriqueadas, sin acordaros que tenéis un alma; un alma y un Dios...

Chilang rió. La eterna cantinela de tía Concha.

—Bueno ¿pediré la cena, tía?

—Cuando quieras, hija.

Se sentaron a la mesa de comer. La tía persignándose y farfullando rezos antes de probar bocado. Toñing casi subido á la mesa, arrancando las flores del florero y echándoselas en el plato de sopa.

—Niño, deja las flores.

—No.

—Mira que...

—¡Loca!

—Tía, el nene, se ha echado todas las rosas á la sopa...