Esta página ha sido corregida
41
Es con ellos que se siente fuerte, y es a ellos a quienes se entrega sin recelos, blandamente, como un devoto a su Dios.
Muertos míos; sublimes amados. Viviré entre vosotros; seré un dormido caprichoso sin sueño de hielo, pero con su glacial reposo.
Seré la madrecita de todos, que llegue cargados los brazos de flores, de esas flores que vosotros no podéis coger con vuestros rígidos dedos.
Seré la novia casta que os dé toda la intensidad de su virgen dolor entre lápidas y piedras.
Seré vuestro día, vuestro sol, vuestra noche de luna. ¡Oh, muertos míos! Nadie vendrá a disputarme este privilegio; los vivos tienen tanto por qué olvidaros en su lucha por los honores.