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diación, más pulcritud en su oro que en los campos, donde vuelve brillantes, como llamas avivadas por el viento, a las espigas maduras.

He escuchado la conversación de los que se fueron, que es un murmullo caricioso; y tengo envidia. ¡Hay tanta belleza en la sencillez y el frío!

Cada muerto es un bloque de nieve inmaculada que esparce su blanca serenidad como una hostia excelsa de perdón y olvido.

Cada muerto es una bondad honda, inmutable.

Cada muerto es un ejemplo de muda abnegación.

Allá, entre los muertos, encuentro mi espíritu, y es con ellos que él comparte sus graves ternuras.