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¡Reza con el duelo del abismo y con la hoja desprendida!

¡Reza con la carreta sin ruedas, abandonada en la mitad del camino, y con la derruída cabaña que, como alma del paisaje, quedó aguardando al hombre!

¡Reza; reza, alma mía, con el huérfano y con el viejo mendigo; reza con las flores que recogen sus pétalos para morir, y con el sol que llorando oro va a esconderse en la montaña!

¡Reza, que en el horizonte se ciñe un anuncio de sangre y las nubes cargadas de odio van a encontrarse con la desgracia; reza y arrodillate, alma mía, pide para que la paz reine entre los hombres y los elementos; que todos unidos por un mismo esfuerzo vayan serenos hacia el fin de las cosas y renazcan con mayor vigor y sabiduría!