riandro de capitana, a quien siguieron los demás, y, al tiempo que querían dar los remos al agua, porque velas no las tenían, llegó a la orilla del mar un bárbaro gallardo, que a grandes voces, en lengua toscana, dijo:
Si por ventura sois cristianos los que vais en esas barcas, recoged a éste que lo es y por el verdadero Dios os lo suplica.
Uno de las otras barcas dijo:
—Este bárbaro, señores, es el que nos sacó de la mazmorra. Si queréis corresponder a la bondad que parece que tenéis—y esto encaminando su plática a los de la barca primera—, bien será que le paguéis el bien que nos hizo con el que le hacéis recogiéndole en nuestra compañía.
Oyendo lo cual Periandro, le mandó llegase su barca a tierra y le recogiese en la que llevaba los bastimentos. Hecho esto, alzaron las voces con alegres acentos, y tomando los remos en las manos, dieron alegre principio a su viaje.