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muy lejos de ser bien criado.” Y, diciendo y haciendo, le di dos cuchilladas en la cabeza muy bien dadas, con que le turbé de manera que no supo lo que le había acontecido, ni hizo cosa en su desagravio que fuese de provecho, y yo sustenté la ofensa, estándome quedo con mi espada desnuda en la mano; pero, pasándosele la turbación, puso mano a su espada, y, con gentil brío, procuró vengar su injuria; mas yo no le dejé poner en efeto su honrada determinación, ni a él la sangre que le corría de la cabeza, de una de las dos heridas. Alborotáronse los circunstantes, pusieron mano contra mí, retiréme a casa de mis padres, contéles el caso, y, advertidos del peligro en que estaba, me proveyeron de dineros y de un buen caballo, aconsejándome a que me pusiese en cobro, porque me había granjeado muchos, fuertes y poderosos enemigos. Hícelo así, y en dos días pisé la raya de Aragón, donde respiré algún tanto de mi no vista priesa. En resolución: con poco menos diligencia, me puse en Alemania, donde volví a servir al emperador; allí me avisaron que mi enemigo me buscaba, con otros muchos, para matarme del modo que pudiese; temí este peligro, como era razón que lo temiese; volvime a España, porque no hay mejor asilo que el que promete la casa del mismo enemigo; vi a mis padres de noche; tornáronme a proveer de dineros y joyas, con que vine a Lisboa, y me embarqué en una nave que estaba con las velas en alto para partirse en Inglaterra, en la cual iban algunos