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Los poetas malditos

En este orden de ideas, Los que velan, poema que—¡ay!—ya no está en nuestro poder ni nuestra memoria podría reconstituir, nos dejó la impresión más fuerte que en la vida unos versos puedan habernos causado. ¡En ellos hay tanta vibración, amplitud y tristeza sacrosanta! ¡Persiste tal acento de desolación sublime, que nos atrevemos a creer que es lo mejor—y con mucho—de lo que ha escrito Arturo Rimbaud!

Muchas otras composiciones de primer orden han estado en nuestras manos, mas un avieso azar y un torbellino de viajes un tanto accidentados han hecho que las perdamos. Así es que, requerimos en estas líneas a todos los amigos conocidos o desconocidos que poseyeran Los que velan, En cuclillas, Los pobres en la Iglesia, Los despertadores de la noche, Los Aduaneros, Las manos de Juana Maria, Hermana de la Caridad, y cuantas cosas fueron firmadas con el prestigioso nombre, para que tengan la bondad de proporcionárnoslas por si llegara el caso probable de que el presente trabajo debiera completarse. En nombre del decoro de las Letras les reiteramos nuestra súplica. Los manuscritos serán devueltos religiosamente a sus generosos propie. tarios, en cuanto se haya tomado copia de ellos.

Y ya es hora de pensar en terminar esto que sólo por las excelentes razones que siguen ha tomado tales proporciones.

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Tomo II
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