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Ovidio

ligro los versos de Tibulo, o los del vate dominado sólo por Cintia? ¿Quién puede permanecer indiferente después de la lectura de Galo? Hasta mis versos no sé qué tienen de sugestivos, y si Apolo que me los dicta no me engaña, siempre es un rival la causa primera de nuestros daños. No te imagines nunca que lo tienes, y cree que tu amada descansa sola en el lecho. Orestes amó con febril vehemencia a Hermione desde el instante que ella aceptó la compañía de otro varón. ¿De qué te quejas, Menelao? Pasaste a Creta sin tu esposa, permaneciste allí largo tiempo privado de sus caricias, y así que Paris te la arrebató, juzgaste insoportable vivir un instante sin su compañía, y el amor de otro exacerbó el tuyo. Lo que más lloró Aquiles al perder a Briseida fué verla conducir al lecho del hijo de Plistenes; y creedme, no lloraba sin razón. El vástago de Atreo hizo con ella lo que forzosamente había de hacer, a menos de declarar su vergonzosa impotencia. Yo hubiera hecho otro tanto, porque no soy más sabio que él, y esto dió motivo a su funesta rivalidad con Aquiles. Cuando juraba por su cetro no haber tocado nunca a Briseida, seguramente no creía que su cetro fuese un dios.

Quiera el cielo que tengas el valor de pasar sin detenerte por el umbral de tu abandonada amiga, y los pies no desmientan tu resolución; lo tendrás, si lo quieres con firmeza; mas entonces es preciso que aceleres el paso, y claves las espuelas en los ijares del rápido corcel. Figúrate su casa como el antro de los, Lotófagos o las Sirenas, y ayuda las velas con el empuje de los remos. Desearía también que cesases