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EMILIO SALGARI

amontonan las aguas; pero, al girar la Tierra, estas aguas se alejan de esa influencia, que pasa a ejercerse sobre otras.

—Entonces la Luna mantiene a los mares en una perturbación continua—dijo Cornelio.

—Así es; pero no sólo la atracción de la Luna produce las mareas; pues el Sol también tiene su parte en ellas.

—¿A pesar de lo lejos que está de nosotros?—preguntó Cornelio.

—Sí; pero la atracción del Sol es menos intensa que la de la Luna, a causa, sin duda, de la enorme distancia que de él nos separa. Las mareas provocadas por su acción son menos marcadas. Puede decirse que no hace más que modificar las ocasionadas por la acción de la Luna, aumentando o disminuyendo la intensidad de ellas. La atracción del Sol es dos tercios menos enérgica que la de la Luna.

—¿Ocurre alguna vez que se sumen las dos atracciones?

—Sí, Cornelio, y entonces ocurren las grandes mareas. Si la Luna eleva las aguas tres pies, el Sol y ella juntos las hacen levantarse hasta cuatro.

—¿Y a qué se debe que las mareas sean más fuertes en unos lugares que en otros? Porque he oído decir que en algunos puntos de la Tierra llegan a alturas enormes.

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