—¿Crees que lograremos ponernos a flote?—preguntó Hans a Cornelio.
—Lo espero—respondió éste—, porque según el tío, no será una pleamar ordinaria la que tendremos.
—¿El agua sube en esta costa más que en otras?
—Sí, Hans, porque esta región está bajo la influencia directa de la Luna.
—Es verdad—dijo el Capitán, que había vuelto a subir a cubierta—. A las cuatro y media tendremos una pleamar excepcional.
—¿Todas las pleamares no son, pues, iguales, tío?
—No, Hans.
—¿Son las mareas efecto de las corrientes marinas o de qué?
—Las produce la Luna, y algo también el Sol, por la atracción que ejercen sobre las aguas.
—No entiendo ese fenómeno, tío. Esto de bajar y subir cada seis horas el nivel del mar es para mí un misterio.
—Lo creo, pues durante muchos siglos no se supo explicar ese hecho.
Algunos astrónomos y hombres de ciencia muy antiguos como Cleomedes, Plinio y Plutarco, sospecharon que era debido a la influencia de la Luna; pero no lo aseguraban de un modo terminante. Hasta Galileo y el ilustre Kepler andaban todavía en dudas. Newton fué el primero que demostró la posibilidad de que ese fenómeno fuera debido a la atracción