—Su estómago es un tubo que les ocupa todo el cuerpo de punta a punta.
En uno de los extremos de ese tubo tienen la boca. Por ella les entra el alimento, el cual recorre todo el tubo interior, y sale por el extremo opuesto sin detenerse.
—Y esos tentáculos que les rodean la boca ¿de qué les sirven?
—Para agarrar las algas, piedras y demás objetos que se comen.
—Me parece que a éste le faltan algunos.
—Es verdad, Hans. Los peces atacan a las olutarias y suelen comérseles los tentáculos si no consiguen retirarlos a tiempo; pero aun en ese caso no pierden para siempre los tentáculos, pues se les reproducen al cabo de cierto tiempo. Toma ahora esta bankolungan, que aún vive, y apriétala un poco entre tus manos.
El joven hizo lo que su tío le indicaba, y vió contraerse el molusco hasta reducirse a una especie de bola y lanzar primero un chorro de agua y después una materia obscura, que se le extendió por los bordes de la boca.
—Son los intestinos del molusco—dijo el Capitán anticipándose a contestar a la pregunta que iba a hacerle su sobrino—. Su contracción muscular es tan fuerte, que le hace expeler las vísceras.
—Si yo arrojase ahora al agua esta olutaria, ¿podría vivir?