Página:Los pescadores de Trepang.djvu/198

Esta página no ha sido corregida
EMILIO SALGARI

cambiaron las cosas. Oíase hablar entre sí a los piratas, pero sin salir de la espesura donde estaban ocultos.

—Esto va tomando muy mal cariz—dijo Van-Horn.—Si la cosa sigue, no sé cómo vamos a componérnosla sin una gota de agua.

—Si hubiera una charca o un arroyo por aquí cerca, probaría a bajar—dijo Cornelio—. Voy aburriéndome de este encierro, Horn.

—¡Pues si no ha comenzado apenas! Tendremos tiempo de aburrirnos, señor Cornelio, pues los piratas no dan señales de irse.

—¿Y si probáramos a asustarlos?

—¿Cómo?

—Dándoles una acometida.

—Nos acribillarían a flechazos, y ya sabéis que sus flechas están emponzoñadas.

—¿Y si se prolonga el asedio?

—Confiamos en que se cansarán, señor Cornelio.

—Pero la sed comienza ya a mortificarnos, Horn.

—Resistiremos lo que se pueda.

—¡Ah, si se dejaran ver!

—Ya saben ellos lo que hacen permaneciendo escondidos.

—Vamos a ver si los obligamos a salir de su escondite, viejo Horn.

Estoy viendo moverse algo en aquel matorral. De seguro hay allí un centinela.

202