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EMILIO SALGARI

en este último caso la punta de la flecha del zumo del upas, que es una de las plantas más ponzoñosas que se conocen.

A la herida sigue inmediatamente un temblor convulsivo con precipitación del pulso, y a poco extrema debilidad, ansiedad angustiosa, respiración difícil, espasmos, vómitos, diarrea, convulsiones tetánicas, y, por último, la muerte, que suele ocurrir al cuarto de hora a lo más de recibida la herida. También suelen empapar las puntas de las flechas en el zumo del cettins (strichnos tiente), planta trepadora más venenosa aún que el upas, pues la muerte que causa es más rápida, casi fulminante. No podían, pues, los náufragos presentar el cuerpo al descubierto sin gravísimo peligro; pero sí defenderse desde dentro disparando a través de las hendrijas de las paredes y de las puertas.

Distribuyéronse por todos los compartimientos de la casa para vigilar mejor los contornos, y se prepararon a repeler los ataques de aquellos tenaces asaltantes.

No tuvieron que esperar mucho. Al poco rato notaron que se acercaban bultos negros arrastrándose por entre los matorrales. Cornelio disparó contra uno de ellos, que quedó inmóvil sin lanzar un grito.

Aquel tiro, y sobre todo sus efectos, debieron de asustar a los asaltantes, porque se les vió retroceder a toda prisa y esconderse entre los espesos árboles de la selva.

—Lo que es ese no volverá a levantarse—dijo Van-

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