Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/79

Esta página no ha sido corregida
— 67 —

se, que era una de las reglas que se observaban con más rigor en los conventos de su órden.

.

En este intermedio se habian propuesto y ventilado en la casilla de Lucía ciertos proyectos, de que es necesario informar á nuestros lectores. Despues de haber salido el religioso, quedaron algun tiempo sin hablar los tres individuos restantes. Lucía preparaba tristemente la comida; Lorenzo indeciso trataba de marcharse á cada instante por no verla afligida, y no sabía separarse de ella; Inés, ocupada al parecer con su devanadera, estaba madurando en su mente un pensamiento, y cuando le pareció haberlo combinado todo, rompió el silencio en estos términos:

—Hijos mios, escuchad: si teneis el ánimo y la maña que se necesita, y quereis fiaros de vuestra madre, yo me prometo sacaros del atolladero, mejor, y quizá más presto que fra y Cristóbal, á pesar del hombre que es.

Lucia quedó parada y miró á su madre de un modo que más expresaba admiracion que confianza; pero Lorenzo dijo inmediatamente:

—Una vez que sólo se necesita ánimo y destreza, diga usted pronto lo que hay que hacer.

—No es cierto-prosiguió Iiés-que si estuvieseis casados, ya habria mucho adelantado, y que á todo lo demas se le encontraria remedio?

—No queda duda,-dijo Lorenzo;-jah! ;eómo estuviésemos casados!... En fin, todo el mundo es país, y á dos pasos de aquí, en el territorio de Bérgamo, reciben con los brazos abiertos á cualquiera que trabaje en seda. Sabeis cuántas veces Bartolo, mi primo Bartoio me ha escrito me fuera allá con la certeza de que haria fortuna, como la ha hecho él? Nunca hice caso, porque tenia aquí el corazon.

Una vez casados, nos iriamos todos juntos: pondriamos casa allí, y viviríamos en santa paz, léjos de las garras de ese bribon, y léjos de la tentacion de hacer un desatino. ¿No es verdad, Lucía?

—1,-dijo Lucía;-pero ¿cómo?...

—¿Cómo? Yo diré-replicó Inés.-Animo y maña! y la cosa es fácil.

—¿Fácil?-dijeron Lucia y Lorenzo á la vez.

—Fácil, como se sepa hacer,-prosiguió Inés.-Escuchad, y lo comprendereis vosotros mismos. He oido decir á personas que lo saben, y yo misma he visto un caso, que para bacer un casamiento es precisamente necesario el cura; pero no es necesario que quiera, pues basta que se balle presente.