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-No, señor,-gritaba el Podestá como letrado,-formarles causa.

—iQué causa!-gritaba más recio el Conde:-ijusticia sumaria! Coger tres 6 cuatro, 6 seis de los que, segun la opinion general, son los más ricos y los más malos, y ahorcarlos inmediatamente.

—Escarmientos! ¡Ejemplares!-decian otros á la vez;- sin esto nada se consigue.

—iAhorcarlos! ¡Ahorcarlos! y saldrá el trigo á carretadas.

Sólo el que se haya hallade en una numerosa orquesta, cuando los músicos todos á la vez templan sus instrumentos haciéndolos chillar lo más fuerte posible, para oirlos mejor entre el ruido y la bulla de los concurrentes, podrá formarse una idea de tan absurdos razonamientos. Entre tanto, andaban los vasos alrededor de la mesa, y como los elogios del vino exquisito se interpolaban con aquellos principios de jurisprudencia económica, las palabras más frecuentes y más sonoras que se distinguian eran ambrosla y ahorcarlos.

Entre tanto, D. Rodrigo echaba de cuando en cuando ciertas miradas al padre Cristóbal, y le veia inmóvil y firme sin dar la más mínima señal de impaciencia ni de prisa, y sin hacer movimiento alguno que propendiese á indicar que estaba allí aguardando; pero sí con semblante de no querer marcharse sin ser oido.

De buena gana le hubiera enviado á pasear; pero despedir á un capuchino sin haberle oido, no entraba en las reglas de su política. En el supuesto, pues, de que no era posible evitar aquella incomodidad, resolvió salir presto del paso: se levantó de la mesa con toda la comitiva, sin que cesase la gritería; pidi6 licencia por un momento á los convidados, se acercó con mesurado continente al Capuchino que tambien se habia levantado, y le dijo:

—Padre, estoy á las órdenes de usted.

Y le condujo consigo á otra pieza.