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CAPÍTULO IV.

Todavía no se dejaba ver el sol en el horizonte cuando el padre Cristóbal salió de sn convento de Pescarénico para ir å la casita en donde le aguardaban. Pescarénico es una corta aldea en la orilla izquierda del ATa, O por mejor deeir, del Lago, á pocos pasos del puente: fórmanla un pe- «queño grupo de casas de pescadores, cuyas paredes se ven de trecbo en trecho tapizadas con redes puestas á secar, y otros varios instrumentos de pesca. El convento está situado (todavia existe el edificio) á alguna distancia del pueblo, pasando entre los dos el camino que va desde Leco å Bérgamo. El cielo estaba despejado y sereno, y á medida que el sol salia por detras del monte, su luz bajaba de la cumbre de las montañas opuestas, desplegándose rápidamente por las pendientes y los valles. Un vientecillo de otoño desprendia de las moreras las hojas ya amarillas, llevándolas á caer á alguna distancia del árbol.

En las viñas á derecha é izquierda brillaban con un color rojo variado los pámpanos de los sarmientos todavía frescos, y los surcos recien labrados se distinguian por su color oscuro de las rastrojeras blanquecinas y relucientes con el rocio. Alegre cra su perspectiva; pero contristaba la vista cada aldeano que pasaba. Encontråbanse sin cesar mendigos macilentos y andrajosos, 6 envejecidos en este oficio, ú obligados entónces por la necesidad á pedir limosna. Pasaban tristemente al lado del padre Cristóbal, le miraban con respeto, y aunque nada podian esperar de él, pues un capuchino jamás tocaba dinero, le saludaban como dándole gracias por la limosna que recibian en el convento.

No ménos doloroso era el cuadro que presentaban los labriegos, diseninados por los campos. Algunos echaban á la tierra las semillas con escasez y á disgusto, como quien aventura cosas que-teme desperdiciar, y otros manejaban el azadon con flojedad y desaliento. La zagaleja flaca y descolorida llevando del cordel la vaca extenuada, y mirando ál suelo, á manera de quien busca alguna cosa, se bajaba de cuando en cuando, con el fin de coger para alimento de la familia ciertas hierbas, habiendo el hambre enseñado al