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tomaba; pero así que se alejó bastante para que no pudiese oirle ni verle la buena mujer, apresuró el paso, y en un momento llegó á la puerta de D. Abundo. Entró sin llamar, y se metió á la deshilada en el cuarto donde le habia dejado, y habiéndole hallado allí, se dirigió á él con desembarazo y los ojos encendidos.

—¡Cómo!-dijo D. Abundo,-iqué novedad es esta?

—¿Quién es el prepotente,-preguntó Lorenzo con el tono de un hombre determinado à saber la verdad;-quién es el prepotente que no quiere que yo me case con Lucia?

—¿Cómo, cómo?-murmuró D. Abundo con el color más blanco que un papel.

Sin embargo, sin dejar de murmurar, se levantó apresuradamente de la silla, dando un salto para tomar la puerta; pero Lorenzo, que se lo tiguraba, se arrojó ántes que él, la cerró y metió la llave en el bolsillo.

—Ahora hablará usted, señor Cura. Todos saben mis negocios menos yo. ¡Voto á... Quiero saberlos yo tambien.

¿Cómo se llama ese caballero?

—Lorenzo! ¡Lorenzo! asi tengan buen siglo las ánimas de tus difuntos, por caridad mira lo que haces: piensa que...

—Lo que yo pienso es que quiero saberlo al instante.

Diciendo esto puso la mano quizá sin advertirlo sobre el mango del puñal que se le salia del bolsillo.

—Dios me asista!-exelamó D. Abundo con voz flaca.

—Quiero saberlo...

—¿Quién te ha dicho?...

—Dejémonos de razones; quiero saberlo, y al instante.

—Tú quieres, pues, mi muerte?

—Quiero saber lo que tengo derecho á saber.

—Pero si hablo muero; ¿y no quieres que me interese mi vida?

—Hable pues...

Pronunció Lorenzo eslas dos palabras con tanta energía y tono tan decidido, que D. Abundo perdió enteramente la esperanza de poder desobedecer.

—¿Me prometes, me juras-dijo entónces-de no darte por entendido, de no decir jamás á nadie?...

—Lo que prometo es hacer un desatino si usted no me declara inmediatamente quién es ese hombre.

A esta nueva graciosa insinuacion, D. Abundo, con la cara y los ojos del que tiene en la boca el gatillo del sacamuelas, articuló:

—Don...