Página:Los ladrones de Londres.djvu/35

Esta página ha sido corregida
- 35 -

—Mr. Bumble quítándose el sombrero sacó de él su pañuelo, enjugó su frente que la írritacion habia inundado de sudor, colocó de nuevo sobre su cabeza el tricornío, y volviéndose á Mr. Sowerberry dijo con tono mas calmado:

— Y bien, que querias decirme respecto á ese muchacho?

— Nada Señor Bumble. Ya sabeis que pago una fuerte contribucion por causa de los pobres.

― Hein! - hizo el pertiguero = ¿ y que?

―Creo,—repuSo Sowerberry―que puesto que pago tanto por ellos, es muy justo saque de ello todo el provecho posible. He aquí porque bien relleccíonado, no sería malo tomar ese níño para mi.

Mr. Bumble cojíó el zampa―muertos por el brazo y lo hizo entrar en la casa. Mr. Sowerberry estuvo encerrado con los Admínístradores por espacio de cinco minutos durante los cuales se convino en que tomaría á Oliverio por vía de prueba y que á este efecto este último iría aquella noche misma á su casa.

Cuando al comparecer Olíverío en la propia tarde ante aquellos señores, supo que iba á entrar de aprendiz en casa un fabricante de ataudes y que si se quejaba de su condícíon ó bíen volvía otra vez á cargo de la parroquia, se le embarcaria con peligro de ser machucado ó anegado, demostró tan poca emocion que todos á una esclamaron que era un pílluelo de corazon endurecido y Mr. Bumhle recibió la órden de llevarlo al momento.

Este acatándola sin demora, condujo al pobre Olíverío á casa su nuevo patron, administrándole por vía de despido algunos bastonazos y algunos consejos propios de un digno pertiguero. El niño lloraba y se consideraba tan solo y abandonado que no pudo menos de hacerlo notar á Mr. Bumble. Cualquier otro mortal se hubiera tal vez enternecido al ver el dolor candoroso del infortunado. Pero un pertiguero! Mr. Bumhle creía á la sensibilidad indigna de su dignidad parroquial.

El empresario acababa de cerrar las puertas de su tienda y se preparaba para inscribir algunas entradas en su gran libro á fa