APÉNDICE
Nota 1 (pág. 10). Acerca de la cuestión de si un movimiento del manantial de luz se hace sensible en la velocidad de propagación de la misma, mientras no se conocía la significación universal de la velocidad de la luz, había dos hipótesis posibles. O se podía suponer que la velocidad del foco luminoso se añade a la velocidad con que se propaga la luz cuando procede de un manantial en reposo, o se podía suponer que el movimiento del foco luminoso no tiene influencia alguna en la velocidad de propagación de la luz que de él sale. En este segundo caso, uno se imaginaba que el foco luminoso sólo provoca los estados que cambian periódicamente, a partir del reposo, en el llamado éter luminoso, que no participa del movimiento de la materia (manantial de luz), y que estos estados se propagan entonces con una velocidad característica del éter, observable para nosotros como onda luminosa. Este concepto, en esencia, había predominado en definitiva. Sólo la teoría de la Relatividad especial y la hipótesis de los quanta han hecho esta idea imposible. La teoría de la Relatividad especial, haciendo perder a la expresión «el éter luminoso en reposo» su significado, toda vez que se puede definir a discreción todo sistema como en reposo en el éter luminoso (dentro del marco de las traslaciones uniformes), y quitando al éter luminoso su existencia, les quitó a las ondas luminosas el vehículo. Y la hipótesis de los quanta,