tales de la Mecánica. Y así se formó una idea extraña, como si los fenómenos de inercia y de gravedad, los cuales probablemente no están menos estrechamente enlazados entre sí que los eléctricos y magnéticos, nada tuviesen que ver unos con otros. El fenómeno de la inercia es colocado, como propiedad fundamental de la materia, en el pináculo de la Mecánica clásica; la gravedad, en cambio, se introduce, por decirlo así, sólo como una de las muchas fuerzas posibles de la Naturaleza, dada por la ley de Newton. El hecho asombroso de la igualdad entre la masa inerte y la masa pesada de los cuerpos aparece en ella sólo como accidental.
El principio de equivalencia de Einstein señala a este hecho el lugar que le pertenece en la teoría de los fenómenos de movimiento. La nueva ley de movimiento [1] debe explicar los movimientos relativos de los cuerpos unos con respecto a otros bajo la influencia de su inercia y gravitación. Los fenómenos de inercia y de gravitación están soldados entre sí, por el único principio del movimiento, en la línea geodésica . Puesto que el elemento de arco
conserva su forma por transformación arbitraria de las variables, son todos los sistemas de referencia igualmente autorizados, es decir, ninguno es privilegiado con respecto a otro.
La parte más importante del problema, ante el cual se vió Einstein colocado, fué la formación de las ecuaciones