cia, ni, por consiguiente, tampoco librar a la Mecánica de la noción artificial del movimiento absoluto; además, el descubrimiento de la inercia de la energía ha enseñado a conocer hechos que no encajan, en general, en el sistema existente y exigen una revisión de los fundamentos de la Mecánica. Las condiciones que nosotros necesitamos establecer de antemano son (véase pág. 27): «Eliminar de las leyes fundamentales las acciones a distancia y todas las magnitudes inaccesibles a la observación; esto es, establecer una ecuación diferencial que abarque el movimiento de un cuerpo bajo la influencia de la inercia y de la gravedad y exprese la relatividad de todos los movimientos. Con estas condiciones cumple perfectamente la teoría de la Gravitación y teoría general de la Relatividad de Einstein. El sacrificio que para ello es preciso que nosotros hagamos es renunciar a la hipótesis, por cierto sólidamente arraigada, de que todos los fenómenos físicos tienen lugar en un espacio cuyas relaciones métricas (Geometría) nos son à priori dadas de antemano, independientemente de todo conocimiento físico. Como veremos en el capítulo siguiente, la teoría general de la Relatividad conduce más bien a la idea de que nosotros podemos concebir las relaciones métricas en el entorno de los cuerpos como dependientes de su gravitación. Por esto la Geometría (del Físico experimental) se funde íntimamente con las restantes ramas de la Física.
Para resumir aquí lo que hemos deducido hasta ahora de los postulados fundamentales formulados al principio, podemos decir: el postulado de la Relatividad general exige la independencia completa de las leyes fundamentales, de la elección especial del sistema de re-