ral que el principio de inercia. Según su opinión, todo fenómeno físico, que se puede repetir realmente en condiciones idénticas, puede servir para fijar una unidad de medida del tiempo, puesto que todo fenómeno idéntico es preciso que reclame igual duración; de otro modo quedaría excluída toda descripción legítima de los fenómenos físicos. En efecto, en este principio se funda el reloj; él conduce a un observador, por lo menos para su lugar de observación, a una medida del tiempo. En cambio, relacionando la medida del tiempo con la ley de inercia, se tiene, a la verdad, una definición de transcursos iguales de tiempo, libre de dificultades, pero la medida de longitudes iguales de trayectoria recorridas por un cuerpo que se mueve uniformemente, y con ello la fijación de una unidad de tiempo, sólo es entonces físicamente posible para un lugar de observación si el observador y el cuerpo están en constante relación, por ejemplo, por medio de señales luminosas. Y no se está autorizado, sin ulteriores hipótesis, para suponer que dos observadores que se consideran en traslación uniforme el uno con respecto al otro, y que, por consiguiente, son equivalentes según la ley de inercia, lleguen de esta manera, utilizando el mismo cuerpo móvil, a idénticas medidas del tiempo. La idea de Poisson hacía posible, por consiguiente, en un mismo lugar dado de observación, una medida satisfactoria del tiempo, en cierto modo, la construcción de un reloj, pero de ninguna manera tocaba la cuestión de las relaciones de los tiempos de distintos lugares de observación entre sí; en cambio, la idea de Neumann propone justamente esta cuestión, sobre la cual ha habido tantas discusiones, desde que Einstein estableció el principio de Relatividad.
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Los fundamentos de la teoría