que ellos se muevan, uno con respecto a otro. El valor de esta velocidad invariante entra como constante característica en las ecuaciones de transformación. Por consiguiente, si se quiere hallar las relaciones de transformación físicamente válidas, es preciso que se averigüe aquella velocidad singular que desempeña este papel fundamental. Su comprobación es, por lo tanto, problema del físico experimentador. Si él sienta esta hipótesis: una velocidad finita nunca puede ser una tal invariante; degeneran las ecuaciones generales de transformación en las del principio de Relatividad de Galileo-Newton. (Esta hipótesis fué, aunque también inconscientemente, hecha en la Mecánica de Newton.) Es preciso que ella sea abandonada, una vez autorizada, según los resultados de Michelson y el experimento de Fizeau y la idea de que la velocidad de la luz juega el papel de una velocidad invariante. Entonces las ecuaciones generales de transformación degeneran en las del principio de Relatividad especial de Lorentz y Einstein.
Esta nueva formación de las transformaciones de coordenadas del principio de Relatividad nos condujo a conocimientos de gran significación en el terreno de los principios, como es la sorprendente idea de que la noción de simultaneidad de fenómenos distantes en el espacio, en la cual se fundan todas las mediciones de tiempo, sólo tiene significación relativa; esto es, que dos fenómenos que son simultáneos para un observador, para otro observador, en general, no serán simultáneos [1]. Por esto pierden los valores del tiempo el
- ↑ La frase: «El Sol sale en un lugar determinado de la Tierra a las 5h 10n 6s» significa: «que la salida del Sol en un lugar deter-