Página:Los espectros (1919).djvu/185

Esta página ha sido corregida

CUADRO TERCERO


La escena del primer cuadro. El aspecto es ya menos inculto. Ante una de las chozas hállase, en pie, el romano Escipión en una postura perezosa. Sale de entre bastidores el ejército sabino, que avanza gravemente, dos pasos al frente, un paso atrás. Al advertir su presencia, el romano se anima un poco y los mira con curiosidad; pero la monotonía de su marcha le cansa; empieza a bostezar, se despereza y se sienta, flemático, en una piedra.
A una señal de Anco Marcio, las trompetas cesan de tocar.


Marcio. (Gritando con desesperación.)—¡Alto, señores sabinos! ¿Os detenéis o no?

(Se detienen bruscamente,)

Marcio.—¿Os detenéis o no? ¡Dios mío, no es fácil atajar un torrente que se precipita hacia el mar! ¡Al fin os habéis detenido! Ahora, obedeced. ¡Atrás los trompetas! ¡Adelante los profesores! Los demás que sigan en su lugar, sin moverse.

(Los trompetas retroceden. Los profesores avanzan. Los demás se quedan como paralizados.)

Marcio.—¡Señores profesores, preparaos!