nuestra firme voluntad, el ardor arrebatado de nuestras almas, el deseo irresistible de dar cima a nuestra empresa; mientras que el paso atrás manifiesta nuestra sensatez y nuestra prudencia. Al darlo, damos, por decirlo así, prueba de nuestra lealtad, de nuestro propósito de obrar con moderación. La historia, señores, no conoce saltos. Y no hay que olvidar que en este momento la historia, esa justiciera implacable, está personificada en nosotros. Tocad la marcha.
(Las trompetas empiezan a tocar, ora en tono mayor y solemne, ora lanzando quejas y gemidos. Los sabinos avanzan del modo indicado por Marcio: dos pasos al frente, un paso atrás. De esta suerte atraviesan lentamente la escena y desaparecen entre bastidores. Se sigue oyendo largo rato los acordes de la marcha lúgubre.)