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CUADRO SEGUNDO

Un cuadro extremadamente triste, que dé idea de la situación trágica de los maridos despojados. Es muy posible que llueva, que haga mucho viento, que las nubes negras encapoten el cielo; pero no es menos posible que todo esto no sea sino imaginación. De un modo o de otro, el paisaje debe corresponder al trágico estado de alma de los pobres maridos.
A ambos lados de la escena, los sabinos, en dos grupos simétricos, se dedican a la gimnástica. Mientras hacen ejercicios variados, murmuran: «Quince minutos de ejercicio diarios, y estaréis como una manzana.» En medio, en un largo banco, están sentados los maridos con hijos, y cada uno tiene un niño en brazos. Están tristemente cabizbajos, y todo en su actitud manifiesta una desesperación estilizada.
Durante largo rato no se oye sino el cuchicheo de los gimnastas; «Quince minutos de ejercicio diarios», etc.
Entra Anco Marcio, enseñando una carta.


Marcio.—¡He aquí la dirección, señores sabinos! Hemos recibido la dirección de nuestras mujeres. ¡La dirección, señores, la dirección!