I)K CRISTÓIJAL COLON 41 plancha en que estaba la inscripción. Si a D. Carlos Nouel no se le antoja leer esta meses antes, í anotar lo que decia ¡adiós primer acto del supuesto fraude ! Nada sabriamos de cierto sobre el famoso descubrimiento preparaiorio, i ni aun el consuelo nos quedarla de silbar a los malaventurados actores por tan pésimo estreno. La docta Academia fundada en su ciencia i esperiencia, puede creer en este asunto lo que bien le plazca ; nosotros, menos suspicaces, creeremos siempre que no es de ese modo. que se puede dar comienzo a una maraña tan estudiada i arreglada como se supone que ha sido la del 10 de Setiembre. Háse estrañado también que el hallazgo de los restos de D. Luis estimulara a practicar investigaciones en busca de los de D. Cristóbal. No comprendemos esa estrañeza. Los que la han sentido olvidan o no saben sin duda, que en Santo Do- mingo se decia que los restos del Primer Almirante no hablan salido de la Catedral, i que muchas personas deseaban que se comprobara lo que habia de cierto en esa tradición. Al pare- cer los restos de D. Luis se avivó aun mas ese deseo, como se aviva a todo el que cree que liai un tesoro oculto la disposición a buscarlo, cuando vé que otros han encontrado algo que tam- bién se reputaba ignorado. Si no hubiera existido la tradición, comprendemos que el hallazgo de los restos de D. Luis no era motivo para que se quisieran cerciorar de si los del abuelo esta- ban aun en la Capilla Mayor ; pero existiendo, como existia, hallamos ese paso sumamente natural i en todo de acuerdo con los sentimientos del corazón humano. La tradición, pues, i el hallazgo de los despojos mortales del primer Duque de Veragua fueron las causas determinantes de las investigaciones practicadas en Setiembre de 1877, en averiguación de lo que habia de cierto en lo dicho respecto del Descubridor de la América ; investigaciones que de seguro no habrian tenido lugar, si no hubiera estado reparándose la igle- sia metropolitana. Con solo lo dicho por la tradición, tal como entonces existia en Santo Domingo, ninguna autoridad se hu- biera decidido a permitir que se levantara ni una sola de las losas del templo. Digamos, sin embargo, i téngase esto bien presente, que con tradición o sin ella, con el hallazgo en Mayo de los restos de D. Luis i sin él, siempre los restos de D. Cristóbal Colon hubieran parecido en el año de 1877. La Providencia lo tenia dispuesto así, i las reliquias del Descubridor de la América, olvidadas por mas de dos siglos, debían ver de nuevo la luz del dia, para que recibieran el homenaje de respeto a que eran tan acreedoras. Desde años atrás se venia sintiendo la necesidad de repa- rar o derribar el viejo i ruinoso coro de la iglesia metropo- litana, i de sustituir el antiquísimo piso de ladrillos con otro mas digno del grandioso templo. El Presbítero D. Fernando
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