Tan general era el conceder impor- tancia á las bibliotecas monásticas, ya en los primeros siglos de la Reconquis- ta, que de ellas dijo S. Genadio, obispo de Astorga, retirado en el monasterio de San Pedro de Montes, á fines del si glo IX, en su testamento, — de que tam- bién fueron objeto buena copia de li- bros,— que servian'* para ver y enten* palabra de Dios»; y llegaron á
'der
la
muy
pocos
de los numerosos fundadoy restauradores de los monasterios gallegos durante los siglos ix y x los que se olvidaron de comprender en sus donaciones, libros sagrados y aún pro,
res
,
,
fanos.
concedió en 853 (<) el moSamos al obispo Fatal, cuando ese prelado huyó de Andalucía en la misma forma que antes se le diera su
Ordoño
I
nasterio de
,
padre D. Ramiro, con
los h'6ros
,
al-
hajas y edificios de que gozara el abad Argerico en tiempo de D. Fruela. Pocos
años después, en 872, se enriquecía (1) EsjJ. iS'fl<?r.,XL,234.
di-