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16 LOS BANDIDOS

tiempo hicieron en Tlalnepantla y Cuautitlan diversas indagaciones con las autoridades y antiguos vecinos, hasta que se enteraron de cuanto era necesario para continuar y salir airosos en la polémica que había suscitado el periódico á que nos hemos referido, y que de seguro pertenecia á la oposición ó á los masones. De las fatigas, viajes y trabajos de tan apreciables publicistas, nos aprovechamos para dar a conocer á los lectores el Rancho de Santa María de la Ladrillera y la familia que lo habitaba; porque es muy posible que tengamos que volver después de algunos años á esta propiedad, que acontecimientos imprevistos hicieron hasta cierto punto célebre.

D.ᵃ Pascuala era hija de un cura de raza española nativo de Cuautitlan. En sus mocedades se dedicó al comercio de maíz y también al de amores, resultando de lo primero que reuniese un pequeño capital, y de lo segundo una robusta muchacha que vino al mundo sin grandes dificultades. No cumplía quince años cuando la madre falleció. Tal pérdida lo disgustó de la vida, abandonó su comercio y el pueblo de su nacimiento y se encerró en el colegio de San Gregorio á aprender latin lo bastante para poder decir misa. Se ordenó, por fin, de menores, más adelante tuvo ya una coronilla bien rasurada y licencias para confesar y decir misa y, finalmente y al cabo de ciertos años, logró ser cura de su pueblo y volvió á él con aplauso de cuantos le habían conocido como honrado y bueno de carácter. Su hija Pascuala, no era, pues, una india, sino más bien de razón, pero de una manera ó de otra, servía de estorbo á un eclesiástico que no quería tener en su casa más que á la dama conciliaria. Aprovechó, pues, la primera