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TESORO DORADO.
con el hijo del consejero de Estado. Se decidió ayer noche.
— ¡Es imposible! » dijo Pedro, levantándose de un salto. La madre replicó: « Es la pura verdad. » Sabia la noticia por la mujer del peluquero que lo habia oido decir al mismo burgomaestre.
Y Pedro se puso pálido como un muerto y se volvió á sentar.
« ¡Dios mio! — ¿Que te sucede? preguntó la madre. —Déjame, déjame, no es nada. Déjame reposar, » respondió él, y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas.
« Dulce hijo mio, ¡mi Tesoro dorado! » dijo la madre, y lloró tambien. Y el tambor de los incendios exclamó para sus adentros: « Carlota ha muerto, se ha muerto y se acabó la canción. »