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II


Lo que la primera rata vió y aprendió en sus viajes.


Cuando me marché para visitar el mundo, dijo la ratita, pensaba como todas las ratas de mis años que nada tenía que aprender, y que poseia en mí toda la ciencia. ¡Ilusion! Para alcanzar este resultado se necesita contar muchos años, unos tras otros, y tal vez no se consigue nunca. Comencé por embarcarme en un buque con rumbo al Norte. Me habian dicho que el cocinero era un hombre hábil que sabía sacar partido de todo, y que, efectivamente, en el mar era indispensable poder guisar con poca cosa. « Tal vez, me habia dicho, se verá obligado á poner en sopa un asador, y veré entónces cómo se arregla. »

Pero nada de esto; habia buenas lonjas de tocino, grandes barriles de carne salada y blanquísima harina. Á fe mia, vivi con regalo y no se trató, ni por asomo, de hacer sopa de asadores.