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LUSIADAS.
LOS
'
Capitán, se le tenderán tantas asechanzas, que jamás podrá
ver los países orientales. Yo
y
mismo descenderé
á la tierra,
que arde en el irritado pecho de la gente que se aprovecha de la oportunidad es el que
atizaré el fuego
mora; pues sigue
el
el
camino más recto.»
Asi diciendo, se apresura á bajar, ardiendo en
ira,
á la
tierra africana, donde, tomando forma y rostro humano, se dirigió al conocido promontorio Praso; y para urdir me-
jor su fementido engaño,
moro
muy
se
presenta bajo la figura de
conocido en Mozambique
,
viejo,
sabio
un
y gran
valido del Jeque.
Aprovechó para hablar con
este el sitio
y
la ocasión
más
favorables á su insidioso intento^ y le dijo que los extranjeros
que acababan de llegar eran piratas, que so preanclaban en los puertos por donde pasaban y
testo de paz
robaban á todos
los
habia publicado
la
pueblos moradores de las costas, según fama.
«Sabe también, añadió, que, según he oido, esos pérfidos
y sanguinarios
cristianos
han
talado todas las costas,
dejando marcado su paso con robos
y que ha mucho tiempo tienen
y
violentos incendios,
cierto plan concertado con-
tra nosotros^ siendo sus intenciones las de
matarnos y ro-
barnos, yreducir ala esclavitud á nuestras mujeres é hijos.
»Sé además que
el
Capitán ha proyectado saltar á tierra
cautelosamente para proveerse de agua
acompañado de ce el miedo.
Tú
los suyos,
los
veas
si
mente
,
á cuyo fin vendrá
intención dañada na-
esperarlos en paraje bien oculto,
más desprevenidos,
de esta suerte será
»Y
la
debes^ por consiguiente, acudir á la playa
armado con tu gente cuando
pues de
muy
fácil
y
arrojarte sobre ellos:
que caigan en
el lazo.
por este medio no quedasen desbaratados ó total-
destruidos, tengo ya premeditado otro plan
ú
otro