CANTO
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I.
y áspero lenguaje. No menos admiración causaba al astuto agareno el color, traje y fuerte armada de los portugueses y llevado de su curiosidad preraras
oscuro
tan
3^
,
,
guntó á Vasco
si
venian de Turquía.
mismo tiempo de que le enseñasen preceptos y fé para ver si esta era la
Manifestóse deseoso al los libros
de su ley,
,
el contrario, la de Jesucristo, como empezaba á También solicitó del Capitán que le mostrase armas que usaban cuando combatían contra sus ene-
suya, ó por sospechar. las
migos.
El valeroso Capitán
le
respondió por medio de
dido intérprete: «Te daré
,
quién soy, cuál es mi ley,
ilustre
las
de
belicosa
la
renombradas
»Mi ley visible
y
la
contra mis los tur-
y voy en busca de
Aquel á cuyo imperio obedece todo
invisible
la
de Aquel que creó los
cuanto está animado ó carece de alma'; sufrió
cuenta exacta de
ominosa raza de
fuerte Europa,
enten-
tierras de la India.
es la de
lo
y
,
y qué armas empleo
enemigos. No soy del país ni de cos, sino
Señor
un
la
lo
mundos y
de Aquel que
mil injurias y una muerte cruel y afrentosa
,
y que
bajó del Cielo á la Tierra para subir á los mortales desde la Tierra al Cielo.
»No llevamos el
en
que
los libros
me
pides donde se consigna
código de este Dios-Hombre, porque ¿á qué llevar escrito el
papel
to á las
lo
que tenemos grabado en
armas
punto podrás
,
ya que deseas verlas
satisfacer este deseo
,
el
alma?
— En cuan-
como has dicho
,
bien entendido que
al si
ahora las examinas como amigo, yo te respondo de que ja-
más
las
querrás ver como enemigo.»
Esto diciendo
gobernador
las
,
mandó
á sus oñciales que enseñasen al
armaduras,
los arneses, lucientes petos, finas
mallas^ escudos con diferentes emblemas, láminas segu3