LOS
16
das ondas neptunianas
como á una pradera .
LUSIADAS.
estrellas
las
esmaltaban
las flores; los furiosos
los cielos
vientos yacian
gente de
adormidos en sus oscuras cavernas; pero
la
cuadra no descuidaba
que estaba acos-
la
vigilancia, á la
la es-
tumbrada mucho tiempo hacia.
Tan luego como
risueña Aurora esparció sus hermo-
la
sos cabellos por el sereno cielo
perionio
dando entrada
,
empezó á empavesarse toda
(1),
Regente de
embarcaciones de
y
doles víveres frescos
por creer que raza
los
á enga-
y rego-
los
,
deseoso de vi-
Lusitanos
,
y lleván-
otras producciones de aquella tierra,
desconocidos navegantes pertenecian á
inhumana que pasó desde
conquistar los paises del Asia disposición del
y
las islas.
Se acercaba este navegando alegremente sitar las ligeras
Hi-
fiestas
la flota,
lanarse con vistosos toldos para recibir con cijos al
al claro
Hado
El Capitán recibió
las orillas del ,
mar
Caspio á
apoderándose después por
del imperio de Constantino al
la
(2).
moro y á todo su séquito con seña-
ladas muestras de alegría, regalándole piezas de ricos teji-
dos que para tales casos llevaba vas, dulces
y que da que
,
y
el
(3),
y
ofreciéndole conser-
ardiente licor que jamás había gustado,
tanta alegría. El
Moro
lo
aceptó todo con placer,
renovaba conforme iba comiendo y bebiendo. Los marinos Lusos, subidos en las jarcias, contemplaban se
llenos de
asombro aquellos extranjeros, de costumbres tan
aunque
mismo
(1)
Padre del
(2)
El gobernador de la isla creia que los portugueses eran turcos, los cuales habi-
Sol,
otros dicen que es el
taron primeramente las comarcas del Gáucaso,
Sol.
y después devastaron
el
Asia y se apo-
deraron de Conslanlinopla. (3)
Según Juan Barros
,
el
regalo consistió en
bacías de latón, corales y cascabeles.
dos marlolas coloradas
,
sombreros,