LOS LUSIADAS.
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siente
y teme
do en
el
muy
que su célebre nombre qnecle sepulta-
negro vaso de
país llegasen
En
aliora
las
aguas del olvido,
si
basta aquel
los fuertes portugueses.
navegando
contra de Baco tomó la palabra la bermosa Venus, ella
mil cua-
y amada Roma,
entre las
afecta á la gente lusitana por bailar
lidades pecubares á su antigua
en
que descollaban el varonil esfuerzo, la f^Kz estrella que los guió en la tierra Tingitana (1), y también su idioma, que
aunque algo
alterado, es el
Tales eran las causas que
mismo
del Lacio.
movian á
de saber por las Parcas que su culto
Citerea, así
como
la
y bonor aumentarían
por do quiera que pasase aquella belicosa gente. Así pues,
Baco por esperaba,
la
infamia que temía,
toman con gran
y Venus
calor parte
fían largo tiempo, cada cual con
por los bonores que
en
el
debate
por-
y
ayuda de sus amigos.
El tumulto que. se suscitó entonces entre los dioses del sagrado Olimpo podía compararse al fragor que producen el
Austro ó Bóreas en
do,
la
espesa
y
selvática arboleda, cuan-
rompiendo con imponente bravura
ramas de
las
los
añosos árboles, bacen que retumbe la montaña, despidien-
do pavorosos ecos,
y
se
estremezca
Pero Marte, que en aquel la diosa,
oponiéndose
antiguo le obligase á
al
Y
litigio
erguida sierra.
apoyaba
el
parecer de
de los demás, bien porque su amor
ello, ó
bien porque
mereciera, se levanta colérico el fuerte
la
la
brava nación
y furioso, cebando bacía
lo
atrás
escudo que pendía de su cuello.
alzando
un
poco
la visera del
diamantino yelmo^ ade-
lantóse con paso firme para emitir su parecer ante Júpiter,
y descargó un
(t)
golpe recio
Parfe ?ci)lonl)ional
dcj
Afrioa.
y penetrante con
el
cuento de su