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de fuego españolas, como las arrojadizas indias.

Estos mestizos eran los proveedores de la caravana en el viaje por las llanuras, que abundan en mucha caza de venados, avestruces y perdices, que es muy gustosa, "y las perdices tan bobas, que se dejan tomar desde el caballo con una caña y un lacillo'" Tal dice un informe de Hernandarias y tal acontece aún en los sitios de la pampa donde la inmigración no aventó la caza de estos animales.

Con las boleadoras cazaban avestruces y venados, mejor que con ballestas y galgos.

No vuela el avestruz, pero á volapié con una ala corre ligerísimo. Cuando el galgo viene cerca, levanta el ala caída y deja caer la levantada; vira como barco á la bolina á otro bordo, dejando al galgo burlado. No hay más remedio que bolear á la corredora. Los guaraníes de Hernandarias le llamaban ñandú en su lengua. La carne de esta ave no vale gran cosa, como no sea la "picana": la pechuga, que aunque muy grasienta, es de exquisito sabor, por lo que su matanza es inútil, como no sea para hacerse de las plumas, comercio en el que no entendían aún los colonos del Plata. Lo que sí aprovecharían y fruirían grandemente es de los huevos, ya que por el mes de noviembre empiezan á anidar los avestruces, y como se juntan tres ó cuatro hem-