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pobló la ciudad de Cañete, pacificó los distritos de la Imperial, Valdivia y Villarrica, y no se detuvo hasta los Coronados (indios de la tierra firme frente á Chiloé). De esta avanzada fué D. Alonso de Ercilla, quien, para testimonio de su intrepidez, en la corteza del árbol más robusto que vió allí, grabó con la punta de su daga los siguientes versos:

Aquí llegó, donde otro no ha llegado,
D, Alonso de Ercilla, que el primero
en un pequeño barco deslastrado,
con solo diez, pasó el desaguadero;
el año de cincuenta y ocho entrado
sobre mil y quinientos, por Febrero...

Desde estos límites envió D. García al capitán Juan Ladrillero, vecino de La Paz, el más diestro en las cosas de mar que había en toda aquella tierra, para que con dos embarcaciones corriera el Estrecho de Magallanes. Fueron en esta expedición más de 40 soldados y marineros de Chile, y llegando al Estrecho descubrieron hasta más allá de donde había llegado Francisco de Ulloa, mandado en 1553 por Pedro de Valdivia. Juan Ladrillero, acompañado del piloto Hernán Gallego, recorrió todo el Estrecho de mar á mar, poniendo á los promontorios, islas, bahías y canales, nombres que en su mayoría se conservan hasta ahora. A uno