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del Río Negro, caminó hacia El Carmen á ponerse bajo el amparo de los españoles.

También el navegante gallego llegó al mismo punto, después de un viaje de ocho meses al través de medio continente, por ríos poco accesibles, por sitios únicamente visitados por los misioneros jesuítas y notable por la prudencia y energía con que afrontó los peligros de la indiada.

En seguida de su arribo, Villarino remitió su Diario al virrey de Buenos Aires, quien lo pasó á informe del capitán de navío D. José Varela. Este marino, rindiendo justicia al merito de su camarada, encomió el reconocimiento hecho del Río Negro, y sobre este particular manifestó que, según los datos de la exploración, era materialmente imposible que una potencia extranjera cruzara por la vía fluvial del Negro la Patagonia hasta alcanzar la cordillera. En virtud de este informe, el gobierno de Madrid retiró las guardias de San José y San Julián, conservando sólo el fuerte del Carmen de Patagones para proteger la pesca en el litoral, monopolio de las "compañías" de Cádiz y Madrid.

El fin de Villarino fué desgraciado. Al año siguiente de su famosa exploración, acompañando al intendente Piedra, ya repuesto en su destino, á una expedición contra los indios entre la cuenca del