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Cayo Cornelio Tácito.

á gran priesa pedía la vianda. Amedrentados todos y esparcidos, unos procuraban volver á componer el rostro conforme á las pasadas muestras de tristeza, y otros disimular el caso. Enmudeció Calígula, y caído de tan altas esperanzas, comenzaba ya á temer de su propia persona. Sólo Macrón sin alguna alteración ordenó que aquel viejo fuese ahogado con echarle encima cantidad de ropa, mandando salir antes á todos del aposento. Este fin tuvo Tiberio á los setenta y ocho años de su edad.

Fué hijo de Nerón y descendiente por ambos lados de la familia Claudia, aunque su madre fué primero adoptada en la Livia y después en la Julia. En su primera juventud estuvieron sus cosas en duda; porque á más de haber seguido á su padre en el destierro, cuando después entró á ser antenado de Augusto contrastó con muchos émulos mientras vivieron Marcelo y Agripa, y después Cayo y Lucio, césares: y su hermano Druso era también más amado de la ciudad. Mas en ningún tiempo estuvo en mayor balanza et estado de sus cosas que desde que tuvo por mujer á Julia, siéndole necesario sufrir su deshonestidad ó apartarse de ella. Vuelto después de Rodas, estuvo en casa del príncipe doce años sin que en ella hubiese hijos: y al cabo de ellos obtuvo el señorío supremo de la república romana, y gozó de él cerca de otros veintitrés. Sus costumbres fueron diversas y se mudaron según el tiempo. Fué de egregia vida y fama mientras vivió hombre particular ó durante el imperio de Augusto; oculto y cauteloso en fingir y profesar virtud lo que vivieron Germánico y Druso, entremezclando el mal y el bien viviendo su madre; detestable en todo género de crueldad, aunque encubierto en sus lujurias mientras amó ó temió á Seyano; y finalmente, se precipitó á un abismo de maldades y deshonestidades cuando, despojado enteramente de la vergüenza y del temor, se fué tras la corriente de sus propios inclinaciones y naturales apetitos.