Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/313

Esta página no ha sido corregida
295
Los anales.—Libro VI.

venidero. Porque á Macrón dió descubiertamente en rostro con decir que dejaba el Occidente por mirar al nacimiento del sol. Y á Cayo César, mientras conversando acaso se reía de Sila, pronosticó que tendría todos los defectos de Sila y ninguna de sus virtudes; y luego, con muchas lágrimas abrazando al menor de sus nietos, volviendo el rostro á Cayo con semblante fiero, le dijo: «Tú matarás á éstos (1), y otro á ti.» Mas agravándose el mal, sin abstenerse de sus torpezas sensuales, sufría la dolencia fingiendo tener salud, acostumbrado á burlarse del arte de los médicos y de aquellos que al cabo de treinta años de experiencia tenían necesidad de consejo para saber lo que dañaba ó aprovechaba á su propia salud.

Echábanse, entretanto, en Roma peligrosas semillas para ir continuando la matanza, aun después de muerto Tiberio.

Lelio Balbo había acusado de majestad á Acucia, mujer que fué de Publio Vitelio: la cual, condenada, tratándose de decretar el premio al acusador, se opuso á ello Junio Otón, tribuno del pueblo, quedando entre los dos un odio grande, y Otón al fin desterrado. Después de esto, Albucila, famosa por su honestidad, la cual tuvo por marido á Satrio Secundo, aquel que descubrió la conjuración, fué acusada de impiedad para con el príncipe, y con ella Gneo Domicio, Vibio Marso y Lucio Aruncio, culpados en el caso y en sus adulterios. De la nobleza de Domicio he tratado arriba. Marso era también de antiquísimos y honrados progenitores, y excelente en sus estudios; mas el ver por las interrogaciones del proceso que envió al senado que Macrón asistía al examen de los testigos y al tormento de los esclavos, y que no había cartas del emperador contra los reos, ó por ocasión de su enfermedad ó porque ignoraba el caso, daba sospecha de que muchas de aquellas cosas las fingia Macrón (1) En efecto, Cayo Caligula hizo matar al joven Tiberio en el primer año de su reinado.