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Cayo Cornelio Tácito.

de la venganza (tienen los bárbaros por cosa baja y servil el diferir y disimular, y por acto real el ejecutar con presteza), prevaleció al fin en él el provecho de convidar á Abdo so color de amistad, y quitarle la vida con lento veneno, y disimular con Sinaces, entreteniéndole con dones y ocupándole con negocios. Llegado Frahates á Siria, mientras dejado el vivir á la romana, á que estaba acostumbrado por muchos años, vuelve á ejercitar los institutos de los Partos; no pudiendo sufrir el rigor de las costumbres de su patria, enferma y muere. No desistió por esto Tiberio de su empresa, antes eligió por émulo de Artabano á Tiridates, del mismo linaje, y para recuperar la Armenia á Mitridates Hibero, reconciliándolo primero con su hermano Farasmanes, que tenía el dominio de aquella nación, encargando el gobierno supremo de todos aquellos designios orientales á Lucio Vitelio. No dudo de que Vitelio tenía ruin opinión en Roma, donde se han contado de él muchas cosas feas y deshonestas; con todo eso, en el manejo de las provincias que tuvo á cargo se gobernó con entereza y virtud, semejante á lo que antiguamente se profesaba. Mas vuelto después de ellas, y por la crueldad de Calígula y familiaridad de Claudio transformado en una torpe y vil servidumbre, quedó á la posteridad por ejemplo de infame adulación; cedieron finalmente en él las primeras á las últimas calidades, y con los vicios de la vejez puso en olvido las virtudes de la juventud.

Mas Mitridates, el mayor entre todos los magnates de Hiberia, constriñó á su hermano Farasmanes á ayudarle en sus empresas con fuerzas y con engaños. Hallóse ante todas cosas camino cómo ganar con dineros á los más principales ministros del rey de Armenia Arsaces, hasta hacerle atosigar; y consecutivamente entraron los Hiberos en el reino con grueso ejército, y se apoderaron de la ciudad de Artaxata. Avisado de estas cosas Artabano, puso en orden á su hijo Orodes para tomar venganza, y dándole