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Cayo Cornelio Tácito.

y trabazón de las causas naturales: que, sin embargo, nos dejan la elección en la forma y manera de vivir, la cual, una vez escogida, hay un cierto orden de cosas que forzosamente nos han de suceder; y añaden que ni el verdadero mal ni bien son los que el vulgo tiene por tales, porque á la verdad, hay muchos dichosos, á quien juzgamos que viven combatidos de mil desdichas, y otros infelicísimos aunque cargados de infinitas riquezas; y esto viene de que los unos sufren constantemente sus infortunios, y los otros usan de sus propiedades con imprudencia; en lo demás, no se quita que no se haya destinado á muchos lo porvenir por el principio de su nacimiento, ni que sucedan muchas cosas diversas de lo pronosticado por defecto de los que dicen lo que no saben; con que se desacredita una ciencia de la cual la edad antigua y la nuestra han producido clarísimas experiencias. Cosa cierta es que por el hijo del mismo Trasulo fué pronosticado el imperio de Nerón, como diré á su tiempo por no alejarme ahora de la empresa comenzada.

Durante los mismos cónsules se divulgó la muerte de Asinio Galo. No se pone duda en que fué de hambre; pónese en si fué violenta ó voluntaria. Y consultado con César sobre si gustaba de que fuese enterrado, no se avergonzó de dar licencia para ello, ni de dolerse de los accidentes que le habían quitado de las manos aquel reo antes que pudiese ser convencido; como si durante el espacio de tres años hubiera faltado tiempo para despachar la causa de un viejo consular y padre de tantos consulares. Acabó finalmente la vida Druso después de haberse sustentado nueve días con miserables alimentos, comiendo la lana del lecho en que dormía. Han eserito algunos que Macrón tuvo orden, caso que Seyano tentase las armas, de sacar de la cárcel á Druso, porque estaba detenido en palacio, y darlo por cabeza al pueblo; mas después, porque supo que había pasado voz de que César se reconciliaba con Agripina y con Druso, quiso antes ser culpado de crueldad que de arrepentimiento.