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Los anales.—Libro VI.

de los quince varones, pedía se admitiese entre los demás de aquella profetisa, y que sobre este se interpusiese decreto del senado. Y habiéndose concedido por discesión (1), escribió César reprendiendo algún tanto al tribuno que, como mozo, supiese poco de las costumbres antiguas, dando en rostro á Galo con que, envejecido en la ciencia y en las ceremonias, antes de tener el voto del colegio, sin leer, como se acostumbra, los versos, no examinados aun por el magistrado y de incierto autor, bubiese tratado de ella en senado, y ese no pleno. Advirtióle también de que Augusto, porque debajo de nombres célebres se iban publicando muchas cosas vanas, había ordenado los días dentroel número de los cuales hablan de ser presentadas al pretor de la ciudad; y que semejantes cosas no era lícito que las tuviese gente ordinaria: lo que había sido decretado también por nue mayores después que en la guerra social (2) se abrasó el Capitolio, haciendo buscar en Samo, creyó ser la Sibila de Cumas, vendió & Tarquinio el Soberbio tres libros de prentendidos oráculos. El monarca, que por ventura había suscitado la profetisa y hecho escribir los libros, confió su custodia á dos ciudadanos de la más alta nobleza. En el año 387 de Roma fué elevado á diez el número de los guardadores, hasta que por fin Sila dispuso aumentarlos hasta quince. Dichos libros se guardaban encerrados en un cofre de piedra, debajo una bóveda del Capitolio, y sólo se les consultaba en las grandes calamidades públicas ó cuando estallaba alguna sedición peligrosa. Es fácil adivinar que en uno y otro caso los jefes del estado no leían en ellos más que las predicciones que á su política convenia. Es probable que al aumentar el número de los encargados de su custodia, se había querido hacer más difícil el soborno; mas esto no impidió que, al pretender César que le fuese concedido el titulo de rey, se hallase un colegio de quindecimviros que dectarasen que, según los libros sibilinos, los Partos no podían ser vencidos sino por un rey." (1) Era una manera de dar el voto que se hacía levantándose el votante y pasándose á sentar junto al que había hecho la proposición.—Nota del T. E.

(2) Lo fué durante la guerra civil entre Mario y Sila. ¿Se ha de atribuir este error á descuido de los copistas, o fué que Tácito quiso, á sabiendas y con intención, sustituir la palabra 80cialis & civilis?