Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/272

Esta página no ha sido corregida
254
Cayo Cornelio Tácito.

Hiciéronse sobre esta materia (1) cuarenta y cuatro oraciones, de las cuales pocas por temor, muchas por costumbre..... «Pensé que pudiera ocasionarme á mí vergüenza ó aborrecimiento á Seyano..... Trocádose ha la suerte, y • aquél que le había escogido por compañero y por yerno, se perdona á sí mismo. De los demás, los que con infamia le favorecieron, le persiguen con maldad..... No me atrevo á determinar cuál sea cosa más miserable, ser uno acusado por conservar la amistad, ó acusar él á su amigo..... No pienso hacer experiencia de la crueldad ó de la clemencia de hombre viviente, antes bien libre y probado para conmigo mismo, iré en busca del peligro; rogándoos que no queráis conservar de mi antes triste que alegre memoria, y que me pongáis en el número de los que con generoso fin huyeron las públicas calamidades.» Dicho esto, gastó gran parte del día en retener ó despedir á cada uno, conforme á como querían irse ó conversar con él. Y mientras todavía le hacía compañía gran número de gente, y muchos, que por verle el rostro sin muestras de temor, pensaban que no se resolvería tan presto en morir, sacando un cuchillo que había escondido en el seno, (1) Probablemente sobre la conjuración de Seyano. El fragmento que aquí se lee es sin duda de algún amigo de Bleso.

Orosio, á los Vopiscos, y á otros historiadores menudos de esta clase, te olvidaste de conservar este oro acendrado !» Y más abajo en la siguiente anotación añade, que todo lo arriba dicho sucedio al principio del año en que fueron cónsules Fuflo y Rubelio; y lo que luego refiere, sién lolo Cayo Menmio Regulo y Fulcinio Trión. De suerte que faltan todos los sucesos de este año, que fué el de setecientos y ochenta y dos de la fundación de Roma; y el siguiente, en que fueron cónsules Marco Vinucio y L. Casio; y muchos del año en que volvemos á cobrar el hilo de la historia, que es el de setocientos ochenta y cuatro, en que habiendo sido cónsules Tiberio y Seyano, les sucedieron Trión y Regulo, desde las calcudas deMayo. Entra, pues, de nuevo la narración con unos fragmentos tan desencuadernados, que los dejara de buena gana. á no obligarme á lo contrario la autoridad de Lipsio, que los pone, y por su camino más la de nuestro antor, cuyos retazos es cierto que tienen más valor que piezas enteras de otros mnchos; y dice asi: