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Los anales.—Libro V.

á ganar la voluntad de las mujeres decidor tan atrevido, que solía burlarse de Tiberio con gracias mordaces, de que los hombres tan poderosos se olvidan tarde.

Después de esto comenzó á empeorarse la forma del gobierno, haciéndose mucho más pesado, duro y riguroso: porque viviendo Augusta, quedaba todavía una cierta forma de refugio á causa del envejecido respeto de Tiberio para con su madre, y porque Seyano no se atrevía á oponerse á su autoridad; mas en viéndose sin ella comenzaron á precipitarse como caballos desenfrenados. Y por buen principio envían carlas contra Agripina y contra su hijo Nerón, persuadiéndose el vulgo á que habiendo sido despachadas antes, no había querido Augusta que se publicasen, visto que se recitaron poco después de su muerte. Estaban estas cartas llenas de palabras picantes y de exquisita malicia contra el nieto: no que le inculpase de cosas de armas, ni de haber mostrado deseo de novedades, sino de amores ilícitos y de otros diversos géneros de deshonestidades.

Contra la nuera, no atreviéndose á fingir cosas de esta calidad, acusaba la arrogancia del aspecto y la altivez del ánimo. Oyćlas el senado con particular temor y silencio, hasta que algunos pocos, acostumbrados á no esperar bien alguno por medios honestos, sino á procurar favores á costa del daño universal, requirieron que se introdujese la causa, mostrándose el más pronto de todos Cota Mesalino con su voto atroz. Mas los otros principales, y en particular magistrados, estaban con miedo, porque aunque Tiberio se había quejado con gran resentimiento, había con todo eso dejado en duda lo demás.

Hallóse en el senado Junio Rustico, escogido por Tiberio para notar y registrar los actos de los senadores (1), á cuya (1) César fué el que, siendo por primera vez cónsul en el año 59 antes de J. C., introdujo la costumbre de hacer redactar y publicar los actos del senado (acta diurna). Augusto le siguió en cuanto a la redacción, pero prohibió que se publicasen: Tiberio