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Cayo Cornelio Tácito.

fugitivo en la guerra de Perusa (1), seguida después la paz entre Sexto Pompeyo y los triunviros, se tornó á Roma.

César después, prendado de su gran hermosura la quitó á su marido: dúdase si fué con su voluntad ó sin ella; lo cierto es que se la metió en casa con tanta prisa, que no tuvo paciencia para aguardar que pariese. No tuvo después de esto més hijos; pero unida con la sangre de Augusto por el matrimonio de Agripina y Germánico (2), alcanzó á ser bisabuela de los que también eran biznietos de Augusto. Gobernó su casa con la santidad de costumbres que se usaban antiguamente, aunque con mayor afabilidad y llaneza de lo que hubieran loade las mujeres de aquellos tiempos. Fué madre sin poder alguno para con su hijo, mujer tratable y fácil á su marido, y harto acomodada á los artificios del uno y á la disimulación del otro. Sus exequias fueron ordinarias, y su testamento tardó mucho en ponerse en ejecución. Loóla pro rostris su biznieto Cayo César (3), que después fué emperador.

Mas Tiberio, excusándose por cartas de no haberse podido hallar á las últimas obligaciones para con su madre respecto á muchos y graves negocios aunque sin dejar un punto sus deleites y recreos, cercenó como por modestia los honores decretados largamente del senado, contentándose con algunos pocos, y añadiendo que en ninguna manera se le ordenase culto y religión celeste, por cuanto ella lo había mandado así. Y en un capítulo de la misma carta reprendía las amistades y favores mujeriles, culpando tácitamente al cónsul Fusio. Este se había hecho grande con el favor de Augusta, y era hombre harto acomodado (1) Entre Octavio y L. Antonio, hermano del triunviro. Perusa fué tomada y Antonio obligado á rendirse en 714.

(2) Este era nieto de Livia, por Druso, su padre, y Agripina de Augusto por su padre Agripa y Julia, su madre.

(3) Caligula.