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Los anales.—Libro IV.

astrología, y con qué velo tan frágil se suele muchas veces cubrir la verdad. Fuélo el decir que no volvería á Roma; mas no antevieron que podía pasearse por las quintas vecinas, entretenerse en las costas del mar, y arrimarse muchas veces á las murallas de la ciudad sin entrar en ella, y juntamente vivir basta la última vejez.

Dió mucho que decir el peligro que casualmente corrió en aquellos días, y á la ocasión de fiarse mucho más de la constancia y fe de Seyano. Comiendo en la Espelunca (1), quinta así llamada entre el mar de Amucla y los montes de Fundi, dentro de una cueva natural, despegándose de improviso las piedras que formaban la boca ó entrada, cogieron debajo algunos ministros del banquete, y espantaron á todos, poniéndose en huida la mayor parte de los convidados. Mas Seyano, con las rodillas, con el rostro y con las manos, casi como encorvado sobre César, se opuso á la ruina y á las piedras que iban cayendo, y en esta postura le hallaron los soldados que acudieron al socorro. Comenzó con esto á crecer su grandeza de suerte, que aunque aconsejase cosas perniciosas, como de persona descuidada de sí mismo, se daba fe á ellas. Hacía disimuladamente oficio de juez contra los del linaje de Germánico, y á este fin ganó las voluntades de algunos, persuadiéndoles á servirde acusadores de todos, y de espiar de más cerca á Nerón, el mayor de los hijos y el más propincuo á la sucesión. El cual, aunque de mansa y modesta juventud, no dejaba de olvidarse muchas veces de lo que más le convenía para el tiempo, mientras por sus amigos y libertos, que contaban las horas por llegar a la grandeza que esperaban, era incitado á mostrarse de ánimo confiado y generoso: dándole á entender, «que lo quería así el pueblo, y no deseaban otra ● (I) Hoy Sperlonga, en el reino de Nápoles, cerca de Fondi, en la orilla del mar.—Amycla, pueblo del Lacio, entre Gaeta y Terracina.