Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/249

Esta página no ha sido corregida
231
Los anales.—Libro IV.

Mas Seyano oprime más altamente el ánimo de la fligida y poco cauta Agripina con enviarle á advertir por sotamano con personas que fingían su amistad, de que ya se le había aparejado el veneno, y que procurase huir de los convites del suegro. Ella, que no sabía disimular, comiendo á su lado un dia, no doblando su condición á fingir alegria en el rostro ni en las palabras, se estaba sin osar tocar á las viandas, hasta que, cayendo en ello Tiberio, ó casualmente ó porque fué advertido, por certificarse más, alabando mucho ciertas manzanas que estaban en la mesa, de su propia mano le ofreció una. Aumentó esto la sospecha de Agripina, y sin llegarla á la boca la dió á los criados. Tiberio disimuló por entonces, mas volviéndose á su madre, le dijo: «No será maravilla, si yo hago contra ésta alguna severa demostración, pues ha creído de mí que quiero atosigarla.» Y de aquí tuvo origen la voz de que el emperador había querido hacerla morir secretamente.

César, por divertir esta fama, yendo al senado de ordinario, dió muy largas audiencias á los embajadores de Asia que contendían entre sí sobre en cuál ciudad se había de edificar el templo á Tiberio y al senado. Once ciudades con igual ambición, aunque con fuerzas desiguales, contrastaban sobre esto, sin que entre ellas se descubriese diferencia notable en lo que referían de su antigüedad y nobleza, y en la afición con que habían procurado servir al pueblo romano en las guerras de Perseo, Aristónico y con otros reyes: Los Jpepinenses, Trallanos, Laodiceos y Magnesios fueron excluídos, dando por de poco fundamento sus razones. Ni los Ilienses negociaron mejor (1), no ale(1) Los habitantes de Ilium pretendían que su ciudad ocupaba el sitio donde había estado la antigua Troya, a pesar de hallarse á treinta estadios de distancia. Durante mucho tiempo no fué Ilium más que un miserable villorrio. Alejandro y después Lisimaco le agrandaron. Arruinada por Fimbria en 668, fué reedificada por Šila y después por César.