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Los anales.—Libro IV.

con la justicia, por derecho; que habían juzgado lo mismo el rey Antigono y el emperador Mummio, y declarándolo los Milesios, teniendo pública licencia de juzgar, como árbitros; y últimamente había ordenado lo propio Atidio Gemino, pretor de Acaya. Por estas razones se dió la sentencia en favor de los Mesenios. Los Segestanos pidieron también que fuese reedificado el templo de Venus en el monte Erice, destruído por la antigüedad, trayendo á la memoria sus conocidos principios agradables á Tiberio, el cual, como de la sangre de aquella diosa (1), lo tomó con gusto á su cargo. Entonces se disputó también sobre la pretensión de los Marselleses, y se aprobó el ejemplo de Publio Rutilio, el cual habiendo sido desterrado de Roma en virtud de las leyes (2), fué recogido por los de Esmirna y reeibido por su ciudadano. Con el ejemplo de este decreto, Vulcacio Mosco, desterrado también y recibido por ciudadano de Marsella, dejó sus bienes á aquella república, como á su patria.

(1) Preciábanse los del linaje Julio de descender de Eneas, hijo de Anquises y de Venus; y como Tiberio había sido adoptado por Augusto, y la adopción daba todos los derechos de consanguinidad, de ahí el que el emperador pudiese llamarse á sí mismo consanguíneo de Venus.

(2) «De que Tácito asegure que Rutilio fué desterrado de Roma en virtud de las leyes, dice Burnouf, no debe deducirse que aprueba su destierro. ¿Acaso no se invoca siempre á éstas hasta para condenar á un inocente! El proceso de Rutilio tuvo lugar en el año 662 de Roma. Habíase atraído el odio de los caballeros ayudando á Scévola, procónsul de Asia, á reprimir los latrocinios de los arrendadores; y como éstos eran en su mayor parte caballeros, y el orden ecuestre estaba en posesión exclusiva de los juicios, era casi imposible que siendo acusado de los mismos crímenes que él mismo había perseguido, por sus propios acusadores, no fuese por éstos condenado. Retiróse á Asia, donde fué acogido como un bienhechor. Hallábase en Esmirna cuando Mitridates mandó degollar á todos los ciudadanos romanos establecidos en aquellas comarcas, y huyó disfrazado, si es que no debió su salvación, como generalmente se crec, al respeto que inspiraban sus virtudes.»»