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Cayo Cornelio Tácito.

friese, ¿piensas tú que lo sufrirían los que han visto á su hermano, á su padre y á nuestros mayores en la cumbre del imperio? Yo quiero creer de ti que te consolarías de no pasar del grado y calidad en que ahora estás; mas aquellos magistrados, aquellos graves personajes que a pesar tuyo se adelantan y no cesan de discurrir de todo, dicen públicamente que ha mucho tiempo que has comenzado á pasar más allá de la dignidad de caballero, y subido más alto de lo que era lícito por la amistad de mi padre, y como te aborrecen, murmuran también de mí. Pensó Augusto en casar á su hija con un caballero romano; gran maravilla, por Hércules, si considerándolo todo y anteviendo la grandeza á que se levantaba cualquiera que con este parentesco se encumbrase sobre los demás, puso los ojos en Cayo Proculeyo (1) y en otros de vida quietísima y apartada de los negocios de la república. Mas si esta duda de Augusto fuese bastante para movernos, ¿cuánto más lo debería ser la resolución que finalmente tomó, dándola primero á Marco Agripa y después á mi? He querido por el amor que te tengo no encubrirte estas cosas, supuesto que no seré jamás contrario á tus designios ni á los de Livia.

Lo que yo tengo depositado en mi ánimo, y el modo de parentesco con que pienso igualarte conmigo, dejo de decir. Sólo diré ahora, que no hay cosa tan alia donde tus virtudes y el amor que me tienes no merezcan hacerte llegar, como en su ocasión pienso declararlo en el senado ó en parlamento al pueblo.» Con esto Seyano, menos cuidadoso del matrimonio que atemorizado de las secretas sospechas de Tiberio y de la voz del vulgo, procuraba defenderse del aborrecimiento universal á que le parecía estar ya cercano. Y porque con quitar el concurso grande de gente que de ordinario había (1) Es el que menciona Horacio en la nota 2 del lib. II.

Vicit extento Proculeius aro.....